sábado, 6 de junio de 2009

Tráfico de especies
El tráfico de la flora y la fauna se ha convertido en uno de los emprendimientos económicos más redituables y figura en el mundo en tercer lugar luego del de armas y de las drogas.
El de la fauna mueve alrededor de 10.000 millones de dólares anuales y la flora, está superando los 7.000 millones. A estas cifras habría que sumarle el tráfico clandestino...
Cada año se consumen en el mundo entre 600 y 900 toneladas de marfil, que se obtienen de unos 150.000 colmillos de elefantes adultos. En 1990, el comercio de marfil se prohibió internacionalmente.
Según el CITES, el tratado mundial que regula el comercio de especies protege a las que están en peligro de extinción, la población de elefantes africanos se redujo de 1,3 millones de ejemplares a poco más de 600.000, durante la década del ochenta. Otra década similar bastaría para provocar la extinción de la especie. Pero no es este el único caso. Según los datos de las organizaciones TRAFFIC y WWF, cada año se comercia ilegalmente con primates, ave, pieles de reptil y de mamíferos, orquídeas, cactus y peces exóticos. Su destino son EEUU, Europa, Japón y parte del sudeste asiático. Y los usos que se les dan son tan variados como la peletería de lujo (una piel de pantera siberiana alcanza los 100.000 dólares en el mercado negro), ornamentos, productos pretendidamente afrodisíacos y, en algunos casos, animales de compañia o plantas para jardines. A causa de este comercio ilegal, unas 700 especies se encuentran al borde de la extinción. Pero, además, otras 2.300 especies animales y 24.000 vegetales están amenazadas.


El Gran Mercado Negro de Especies
Actualmente, el tráfico ilegal de especies supera los 4.000 millones de dólares al año, y sólo el contrabando de armas y el narcotráfico generan cantidades superiores. Según datos de TRAFFIC y WWF, a consecuencia directa del comercio ilegal, unas 700 especies se encuentran en peligro inmediato de extinción.
Primates: Más de cincuenta millones de primates son capturados anualmente y utilizados en laboratorios de investigación (los menos) o como animales de compañía.
Elefantes: Unos 150.000 colmillos de elefantes (entre 600 y 900 toneladas de marfil) son esquilmados para fabricar productos artesanales o decorativos.
Reptiles: Diez millones de pieles de reptil se destinan a la confección de bolsos, zapatos u otros productos de lujo. Parte de los reptiles van a parar a terrarios como exóticos animales de compañía.
Aves: Cinco millones de aves son capturadas con destino a los salones de casas de países desarrollados, restaurantes de lujo y coleccionistas privados.
Felinos: Unos quince de millones de pieles de mamíferos(nutrías, felinos, etc.) engrosan cada año lujosas peleterías en EEUU, Europa y Japón.
Ranas: Cerca de 250 millones de ranas (sobre todo, ranas toro) son capturadas en sus hábitat naturales con destinos a restaurantes.
Peces: Entre 350 y 600 millones de peces ornamentados son capturados para abastecer acuarios y peceras en todo el mundo.
Cactus: Ocho millones de cactus son recogidos clandestinamente. Su destino son las casas de los países occidentales.
Orquídeas: Casi nueve millones de orquídeas y flores de los bosques tropicales son recolectadas con destino a países occidentales.
Coral: Más de dos toneladas de coral se convierten anualmente en ornamentos y objetos decorativos.

Las diez especies más amenazadas
Algunas de las especies podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI. Su uso comercial está totalmente prohibido.

Tigre de Siberia: casado por su piel. Quedan unos 200 ejemplares.
Nutria Gigante: capturado por su piel. Ha desaparecido en Uruguay y quedan pocos centenares en Argentina.
Cocodrilo del Nilo: perseguido por su piel.
Águila Imperial Ibérica: quedan unas 150 parejas en libertad.
Tortuga Marina: perseguida por coleccionistas y ofrecida como curiosidad en restaurantes de lujos.
Gorila de Montaña: destinado a zoológicos, coleccionistas e institutos de antropología. Quedan unos 600 ejemplares en las montañas húmedas del continente africano.
Guacamayo Escarlata: importados por grandes cantidades por los EEUU.
Rinoceronte Negro Africano: quedan unos 2.000 ejemplares. En los años setenta, su población alcanzaba los 65.000.
Panda Gigante: utilizados en zoológicos y apetecidos por su piel. Quedan unos mil ejemplares en todo el mundo.
Lobo Marsupial: podría haber desaparecido ya. El último ejemplar fue avistado en la década de los ochenta.

Especies Invasoras
Es un tipo de contaminación o depredación que excede el ámbito de las ciudades. Es lo que los ecólogos denomina "contaminación por especies" y que consiste en la introducción por parte del hombre de plantas y animales extraños y que ejercen efectos negativos sobre la flora y la fauna autóctonas.
Un animal o una planta introducidos en hábitat que no le es una de y propio compiten con ventajas con las especies autóctonas por algún recurso esencial, se hibridan con otras especies o bien se convierten en agentes transmisores de enfermedad. De esta forma alteran las reglas de juego de un Ecosistema y pueden llegar a provocar cambios sustanciales en su equilibrio. Las causas que conducen a la introducción de especies foráneas pueden ser accidentales, como el caso de los animales y algas que viajan en el agua de lastre o en las bodegas de los barcos, o de los individuos que se detienen en puntos imprevistos durante sus migraciones. No obstante, la mayor parte de las introducciones son, por lo general, forzadas. Se trata de animales de compañía, especies introducidas para la caza y la pesca o para su consumo agrícola y ganaderos, además de aquellas especies de las que, como los visones, se pretende un gran aprovechamiento industrial.

Algunos casos de Bioinvasiones
Organismos: Ratas negra y parda.
Origen: Este y sudeste de Asia
Zonas afectadas: Tierras emergidas, salvo desiertos, zonas polares y algunas zonas polares.
Efectos importantes: En el siglo XVI, el 30 % de la población de Europa occidental murió a causa de la peste transmitida por las ratas; como predadores, las ratas han ocasionado la extinción de especies insulares de aves; asimismo, constituyen plagas agrícolas y son portadoras de graves enfermedades infecciosas.

Organismo: Viruela:
Origen: Cuenca del mediterráneo
Zonas afectadas: Casi todas las zonas habitadas
Efectos importantes: Dos tercios de la población indígena de América del sur sucumbieron víctimas de la viruela en el siglo XVI. En Europa, a mediados de este siglo, la viruela ocasionó la muerte de dos millones de personas. Actualmente está erradicada.

Organismo: Peste vacuna
Origen: India
Zonas afectadas: África
Efectos importantes: Hacia el año 1900, una epidemia causa estragos entre el ganado vacuno de África oriental y en la vida silvestre de la región.

Organismo: Gorrión común
Origen: Europa, Asia central y meridional, zonas de Africa septentrional.
Zonas afectadas: América, casi todas las islas, Africa meridional, Australia, Nueva Zelanda.
Efectos importantes: Es una plaga para un numeroso grupo de cultivos; compite con otras aves autóctonas, a las que consigue desplazar.

Organismo: Mosquito tigre
Origen: Sudeste asiático
Zonas afectadas: Asia oriental, isla del Pacífico e Índico, Australia, Nueva Zelanda, Europa, Africa meridional, EEUU y Brasil.
Efectos importantes: Contribuye a la propagación de la fiebre amarilla, la fiebre de dengue y la encefalitis.

Organismo: Caulerpa toxifolia
Origen: Caribe y zonas pantropicales
Zonas afectadas: Cuenca mediterránea:
Efectos importantes: Compite en los fondos marinos con las praderas faneróganas, a las que se desplaza, provocando falta de alimento y cobijo a los peces mediterráneos.

LAS BALLENAS

Extinción

El mayor depredador de las ballenas es, sin duda, el hombre. Como con otras tantas especies, no hemos sabido parar a tiempo y hemos llegado a extinguirlas casi por completo, provocando de esta manera otra masacre de la que no podemos sentirnos orgullosos precisamente.

Esto no quiere decir que no podamos hacer uso de este recurso biológico, pero solo si lo cuidamos al mismo tiempo, pues como los otros recursos naturales, también se agota y después vienen las lamentaciones.

Gracias a muchos científicos y a otras asociaciones desinteresadas, las medidas de protección adoptadas por la Comisión Ballenera Internacional (de la que forman parte más de 50 países balleneros) permiten el mantenimiento e incluso el desarrollo de ciertas poblaciones de rorcuales

Su propósito no es tanto el proteger a las ballenas, sino asegurarse el futuro negocio a largo plazo, pero este es un primer paso en la conservación de este animal.

A partir de un acuerdo hecho hace ya años, las capturas fueron disminuyendo, más que por las leyes, por la desaparición de estos animales. Solo en 1960 se mataron más de 60.000 ejemplares.

Quizás la suerte de las ballenas esté en la industria química, que va sintetizando los productos que, hasta ahora, se elaboraban a partir de las ballenas.

Otro de los factores que colaboraron a esta conservación fue que en 1975, la propia C.B.I., presionada por las cada vez más numerosas asociaciones mundiales de carácter ecológico, dejó de ser un club de balleneros para pasar a ser una genuina asociación ecologista.

No fue hasta 1986 en que la propia C.B.I. aprobó la prohibición internacional de comercializar los productos derivados de estos animales. Por desgracia, no todos los países aceptaron esta decisión, Noruega, Islandia, Corea y Japón han ido poniendo excusas con el fin de seguir matando ballenas. Noruega y Japón matan de 600 a 650 ballenas cada año "con fines científicos".

Muerte en los litorales marinos.

Nadie sabe el número de ballenas que han muerto en las playas a lo largo de la Historia. Sin embargo, sí se está comprobando que este trágico fenómeno se está acelerando a un ritmo preocupante. Si los grupos de mamíferos marinos que antes «encallaban» eran de 30 miembros, 40 a lo sumo, ahora pueden llegar a ser de 300. Y lo mismo ocurre con el lugar. De registrarse los varamientos exclusivamente en Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, en la actualidad, se producen en cualquier rincón de la costa. El misterio está abierto.

Hace un par de décadas se comenzaron a registrar varamientos masivos de cetáceos en los litorales marinos. El término «registrar» está bien elegido. Y es que tampoco se conoce a ciencia cierta el número de mamíferos marinos que han muerto en las playas a lo largo de la Historia. Eso sí, todos los expertos coinciden en que la progresión se acelera. Cada vez encallan más ballenas, cada vez ocurre más frecuentemente, y cada vez pasa en sitios más raros.

Tradicionalmente, se han registrado varamientos de ballenas en Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Desde hace unos años, cualquier playa es buena para morir. Y antes morían 30 o 40 al mismo tiempo. Hace unas semanas, al sur de Australia, murieron más de 300 cetáceos.

¿Por qué pasa esto? Hay casos naturales, como el varamiento de 300 delfines hace unos años en el litoral gallego cuando huían del ataque de unas orcas. La contaminación por algas tóxicas también hace que estos animales busquen aguas menos profundas. Apenas tienen fuerzas para salir a respirar, se acercan al litoral y, a veces, se ven atrapados y sin posibilidad de dar marcha atrás.

Los científicos y expertos no se ponen de acuerdo en el resto de los casos. Todos coinciden en que, generalmente, la desorientación es la causa directa. Los cetáceos son, en su mayoría, gregarios y viajan por los océanos siguiendo el camino marcado por el cabecilla del grupo. Si éste se pierde, todos están perdidos.

Y, ¿qué falla para que un animal con una capacidad cerebral no tan lejana a la del hombre no encuentre el camino? Las ballenas utilizan un sistema de orientación por ultrasonidos en cierto modo semejante al de los murciélagos. Emiten un grito y éste rebota contra los obstáculos. Una cavidad grasa, llamada melón, les sirve para interpretar los ultrasonidos y vibraciones de vuelta. El melón está situado en la cabeza y su fluido graso es extremadamente sensible a cualquier vibración, por pequeña que ésta sea. Una mala nutrición o una infección pueden afectar a las reservas de grasas del animal. Así, cuando la debilidad es extrema, la orientación no está asegurada.

La contaminación del mar también influye. Los desperdicios vertidos a éste hacen que las especies marinas se confundan o se encuentren dentro de su dieta cualquier tipo de basuras. Hace un año, en noviembre del 97, una ballena quedó varada en las playas de Santander. La necropsia descubrió una bola de 50 kilos de plástico que había obstruido su estómago, la había debilitado y la había hecho acercarse demasiado a la costa. Ella vino sola. Por suerte no comandaba ningún grupo.

Radares y tormentas

Pero existen otras razones, casi siempre de origen humano. Alteraciones directas en el sistema de navegación: los radares y sonares militares perturban el ecosistema marino, emitiendo lo que para las ballenas y su brújula de grasa son falsas señales. Las tormentas también alteran los campos magnéticos, como lo hacen asimismo las fuertes descargas eléctricas de las explotaciones petrolíferas marinas. Las sustancias químicas vertidas al mar afectan asimismo al oído interno y a la percepción de los ultrasonidos, además de provocar taras de tipo genético. Incluso algunos cetáceos han cambiado sus rutas de migración por culpa de la sobreexplotación y del incremento del tráfico marítimo.

Para los expertos de Adena WWF se están alcanzando cotas históricas en el número y periodicidad de los varamientos. Miguel Angel Valladares, portavoz de esta asociación ecologista, apunta que aún se conoce poco del comportamiento propio de los mamíferos marinos, aunque culpa al hombre de que el número de ejemplares sea cada vez menor. Y pone un ejemplo: «Hemos tardado más de 40 años en conocer datos tan simples como el periodo de gestación del Rorcual Azul, pero lo que sí está claro es que la mano del ser humano se encuentra detrás de la mayoría de los casos de encallamiento de ballenas. Antes, simplemente las cazábamos. Ahora, la amenaza es más sutil. Atacamos su medio con nuestro progreso».

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