miércoles, 1 de julio de 2009

Cada año matan a 38.000 elefantes

El ADN del elefante localiza el origen del marfil ilegal

Conservacionistas trasladan a un elefante sedado en Malaui para evitar que caiga en manos de los furtivos. | AP

Científicos del Centro para la Biología de la Conservación de la Universidad de Washington han utilizado un mapa del ADN de los elefantes africanos para localizar las zonas en las que los cazadores furtivos matan a estos animales para alimentar el tráfico mundial de marfil ilegal.

Según informa el diario británico The Observer, los investigadores han hallado que las capturas más recientes se han llevado a cabo en dos zonas muy concretas: las reservas de Selous y Niassa, entre las fronteras de Tanzania y Mozambique. Es decir, que el marfil traficado actualmente en todo el mundo proviene de un puñado de organizaciones clandestinas.

Cada año se matan decenas de miles de elefantes africanos con el único objetivo de comercializar ilícitamente con sus colmillos, lo que supone entre un 8% y un 10% de todos los paquidermos del continente. Pese a estar prohibida su venta desde la década de los noventa, la reducción en las ayudas a los Gobiernos africanos para luchar contra el tráfico ilegal explica por qué los índices de matanza de elefantes han vuelto a sus niveles de origen tras una leve recuperación experimentada poco después de la prohibición internacional.

Por otra parte, hoy en día la demanda cada vez mayor en el continente asiático ha hecho que su precio pase de 200 dólares a 6.000 dólares en los últimos cinco años.

"Antes, la policía, incluida la Interpol, creía que los alijos de marfil se formaban con piezas cogidas aquí y allá en distintos lugares de África", dice Sam Wasser, de la Universidad de Washington. "Pero nuestro trabajo demuestra que eso no es así. La gran mayoría de la mercancía está en manos de unas pocas organizaciones grandes -quizás uno o dos grandes grupos- que actúan en un área concreta", añade.

Análisis de ADN

El método de los científicos consiste en un primer análisis genético de los excrementos recogidos por investigadores y voluntarios a lo largo y ancho de África. Las células presentes en la heces permiten trazar una huella genética de cada animal. Los elefantes que comparten un mismo hábitat tienen perfiles genéticos similares.

Un segundo análisis se centra en el ADN del marfil confiscado por las autoridades. La huella genética de los colmillos es comparada con la de las heces y de este modo se deduce de qué zona provenía la mercancía capturada.

Los resultados indican que Tanzania es actualmente el centro mundial de la caza del marfil, que acaba en los puertos de Taiwán, Honk Kong, Vietnam o Japón, si bien también actúan los furtivos en partes de Zambia y Malaui.

Expertos y conservacionistas denuncian que la caza de elefantes para conseguir sus colmillos es una matanza inútil. Debido a que son animales inteligentes, los paquidermos desarrollan complejas relaciones sociales entre ellos. Los cazadores aprovechan estas características y, a menudo, disparan a las crías para atraer la atención de los progenitores.

"Nuestros cálculos sugieren que en 2006 se mataron a más de 38.000 elefantes con este método, y las cifras actuales deben ser aún mayores", dice Wasser.

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